Protegieron durante años a políticos y empresarios

Los escoltas del País Vasco: de proteger a amenazados por ETA a rozar la indigencia

El fin del terrorismo les dejó sin trabajo y no se ha cumplido el compromiso de buscarles una alternativa. Algunos se ven obligados a acudir a comedores sociales

Un cargo público amenazado por ETA, en una imagen de 2001 en la playa de La Concha con sus dos escoltas.
Un cargo público amenazado por ETA, en una imagen de 2001 en la playa de La Concha con sus dos escoltas.

Fueron el escudo contra ETA de políticos y grandes empresarios, se jugaron la vida durante años y ahora se han quedado sin nada. Con el fin de la banda terrorista, el Gobierno les prometió trabajos alternativos relacionados con la seguridad, ya que la mayoría se había dedicado a ese sector durante toda su trayectoria profesional. No obstante, ese compromiso no se ha cumplido.

La semana pasada, El Confidencial Digital adelantó en exclusiva que el PSOE ha presentado una proposición no de ley para blindar la incorporación a los equipos de seguridad de las cárceles a los ex escoltas del País Vasco y Navarra. Una incorporación que no se está aplicando, a pesar de que el Gobierno aseguró que laLey de Seguridad Privada lo permitiría.

Esa norma, sin embargo, solo ha servido, en opinión de algunos escoltas, “para realizar un rescate encubierto de las empresas de seguridad privada y de sus dueños, que estaban en la quiebra”.

Así lo aseguran representantes de la Asociación Las Sombras Olvidadas de Euskadi y Navarra, con los que ha contactado este diario. Las fuentes consultadas explican que “llevamos toda la vida dedicados a labores de escolta y no podemos, por ejemplo, ser fontaneros. Podemos trabajar en distintos ámbitos de seguridad, pero el Gobierno nos ha olvidado”.

En ese sentido, recuerdan que, además de la promesa de trasladarles a las cárceles, también se planteó la opción de proteger a mujeres maltratadas: “Era una buena idea, pero solo se aplica en el País Vasco. Todas las administraciones podían tomar nota, pero no lo han hecho”. Otra opción, indican es enviarles a la seguridad de las embajadas, “pero tampoco se ha impulsado eso”.

La “dejadez” de las administraciones es el principal problema que se están encontrando estos más de 3.500 profesionales, que se sienten olvidados: “La lucha contra ETA es algo que muchos quieren olvidar, y eso provoca que tampoco se acuerdan de nosotros”.

Muchos están al borde de la indigencia

La falta de apoyos por parte del Gobierno central y también de los ejecutivos autonómicos ha provocado que un gran número de escoltas se hayan visto obligados a pasar varias penurias en los últimos años. Desde la Asociación Las Sombras Olvidadas de Euskadi y Navarra ponen los siguientes ejemplos:

--De proteger a un alto cargo al comedor social. En los últimos dos años, y después de haber perdido el paro y todos los subsidios de desempleo, “han sido muchos” los que han decidido acudir a los comedores sociales para comer y cenar.

--El mendigo que pide dinero a sus ex compañeros. Otro caso relevante es el de un ex escolta que ha llegado a la mendicidad. Aún conserva el contacto con algunos antiguos compañeros, con los que de vez en cuando contacta para pedirles dinero y poder dormir en una pensión.

--La ex escolta que renunció a la custodia de sus hijos. La dificilísima situación económica por la que pasaba, sin ingresos desde hace varios años, la llevó a tomar esa decisión.

 

--Los coleccionistas de contratos temporales en empresas privadas. Algunos de estos ex escoltas han intentado organizarse en plataformas conjuntas para reclamar sus derechos. En varios casos, después de contactar con el Ministerio, han recibido llamadas de empresas de seguridad privada para que se incorporen. No obstante, “lo único que ofrecen son trabajos temporales para que te mantengas callado”.

--Los suicidios silenciados. Todo lo expuesto anteriormente ya es grave, pero no es lo peor: en los últimos años, varios ex escoltas, desesperados por su situación, se han quitado la vida. Sus muertes, aseguran las fuentes consultadas, son silenciadas, salvo que el caso llame mucho la atención.

Como ejemplo, explican que el suicidio de un compañero que más llamó la atención fue uno en el que el fallecido optó por pegarse un tiro dentro de su coche: “Avisaron a la Policía después de que llevara horas en el vehículo sin moverse. Lo sucedido llegó a oídos del delegado del Gobierno en el País Vasco”, concluyen.

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