El Gobierno de Patxi López ‘saca pecho’ por el ‘Manifiesto de Glencree’, firmado por víctimas de ETA, etarras y batasunos: “Es un gran avance en el proceso de paz”

Ya son 25 familias las que han firmado el llamado 'Manifiesto de Glenncree', un texto que pide el reconocimiento "de todas las víctimas" para así normalizar "el proceso de paz en el País Vasco", tal y como se hizo en Irlanda tras el anuncio del final de la violencia por parte del IRA. La iniciativa es un "orgullo" para el Gobierno de Patxi López.

Según explican a El Confidencial Autonómico fuentes del Gobierno Vasco, la iniciativa parte del ‘Centro para la Paz y Reconciliación de Glencree’, que fue creado por un grupo de personas que “han sufrido la violencia del terrorismo en todas sus vertientes”, y que se reúne desde 2007 en la ciudad irlandesa que da nombre a la asociación.

Patxi López se pone en marcha

La existencia de este grupo era conocida por el Ejecutivo de Patxi López, quien tras el comunicado de ETA anunciando el cese definitivo de la violencia, en octubre del año pasado, se puso en contacto con los impulsores de la iniciativa.

Desde entonces, la Oficina de Atención a las Víctimas del Gobierno Vasco y el Centro para la Paz y Reconciliación de Glencree han estado en comunicación permanente para realizar acciones conjuntas que favorecieran la normalización de la nueva realidad en Euskadi con el fin de la violencia.

Entre esas iniciativas, “el manifiesto Glencree es muy importante, ya que refleja el deseo de la sociedad vasca de superar 54 años de sangre y dolor y cerrar de una vez por todas viejas heridas”, dicen las fuentes del Gobierno Vasco.

Además, las tesis defendidas en el texto, sobre “el recuerdo de todas las víctimas”, coinciden con el proyecto de Patxi López de reconocer e indemnizar a las llamadas ‘víctimas de violencia política’ a través de un decreto que se aprobará en el Parlamento autonómico (amplíe aquí esta información), por lo que es muy bien valorado por el Ejecutivo Vasco.

11 familiares de víctimas de ETA entre los firmantes

Del total de 25 familias que han firmado el manifiesto, 11 de ellas han sufrido la violencia de ETA o la pérdida de un ser querido a manos de la banda terrorista desde su fundación en 1954. Son las viudas, hermanos e hijos de:

--Jesús María Pedrosa: Concejal del PP en Durango que murió tras recibir un tiro en la cabeza el 4 de julio de 2000.

 

--Rafael Garrido Gil: Gobernador Militar de Guipúzcoa asesinado en San Sebastián el 25 de octubre de 1986.

--Manuel González Vilorio: Trabajador del ayuntamiento de Ispaster, asesinado el 18 de junio de 1984.

--Santiago Oleaga Elejabarrieta: Directivo del Diario Vasco asesinado en San Sebastián el 24 de mayo de 2001.

--Jaime Arrese: Dirigente de la UCD asesinado en Elgoibar el 23 de octubre de 1980.

--Ángel Mota Iglesias: Funcionario de prisiones asesinado por ETA eN San Sebastián el 13 de marzo de 1990.

--Manuel Jódar: Agente de la Policía Nacional asesinado en Bilbao el 24 de mayo de 1989.

--Santos Santamaría: Mosso d’Esquadra asesinado en Rosas el 17 de marzo de 2001.

--Jesús María Extebeste: Agente de aduanas de Irún, asesinado por ETA el 28 de agosto de 1980.

--Jerónimo Vera García: Guardia civil asesinado en Pasajes el 29 de octubre de 1974.

--Patxi Elola: Concejal del PSE de Zarautz que recibió ataques y amenazas personales por parte de los etarras.

El resto de firmantes son familiares de etarras y batasunos que sufrieron la violencia de los GAL (Xabier Galdeano y Santiago Brouard); del Batallón Vasco Español (Miguel Arbelaiz, Jesús María Ijurko, Martín Merquelanz y Tomás Alba); y de Policía y Guardia Civil (Victoriano Aguiriano, María Ángeles, Alberto Soliño, Josean Lasa, Jokin Olano, Juan Paredes ‘Txiki’, Roberto Pérez Jáuregui y Mikel Zabalza).

“Hemos roto barreras para acercarnos unos a otros”

En el ‘Manifiesto de Glencree’, los firmantes se definen como un grupo “plural y diverso” que ha roto “barreras y tabúes para acercarnos unos a otros con respeto, superando el temor y los estereotipos, la frustración y la experiencia propia de dolor, explorando bases para la convivencia”.

Para llegar a esa “conciencia compartida”, ha sido necesario “identificar algunos rasgos que nos caracterizan a todos”, al ser “personas afectadas por un hecho violento traumático e intencionado”.

Piden “una convivencia pacífica”, en la que serán imprescindibles “los gestos de reconocimiento del daño causado y la asunción de responsabilidad por parte de todos los perceptores de violencia injustamente padecida por tantas personas”.

Finalmente, animan a “toda la sociedad” a “realizar su propia revisión autocrítica del pasado mediante un compromiso ineludible con la verdad y con la justicia”, y concluyen con la siguiente afirmación: “Sanar las heridas obliga a un proceso que no está exento de tensiones o conflictos”.

Vea aquí el manifiesto al completo.

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