Pedro Sánchez seguirá un año más al frente del PSOE para pilotar la renovación total del partido

Pretende controlar relevos en federaciones importantes como Comunidad Valenciana, Extremadura y Aragón, donde Ximo Puig, Fernández Vara y Lambán dejan el cargo

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la última reunión del Comité Federal.
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la última reunión del Comité Federal.
  1. Un año más al frente del PSOE
  2. Busca colocar a sus candidatos
  3. La resistencia de Pedro Sánchez
  4. Un grupo parlamentario ‘suyo’
  5. La investidura de Feijóo
  6. No facilitar un Gobierno del PP
  7. Limpiar de ‘sanchistas’ las candidaturas
  8. El poder absoluto de Sánchez

Pedro Sánchez lo tiene claro: seguirá al frente del PSOE incluso aunque pierda el Gobierno tras las elecciones generales. La decisión definitiva dependerá, no obstante, de la caída electoral que sufra el PSOE el 23 de julio, pero a día de hoy tiene la voluntad de mantenerse como secretario general con el fin de pilotar él la renovación del partido.

Hay que recordar que la elaboración de las listas para las elecciones generales, por parte de la dirección federal, se zanjó hace unas semanas con numerosas protestas de las agrupaciones y militantes, que acusaron a Ferraz de ‘trágala’ y de no haber tenido en cuenta las candidaturas elaboradas desde los territorios.

Dependiendo de la magnitud de la derrota en las generales, y, sobre todo, de la decisión que adopte en ese momento Sánchez -dimitir o atrincherarse en la secretaría general hasta el 41 Congreso, en 2024-, los barones vaticinan una batalla orgánica entre los partidarios de constituir inmediatamente una gestora que convoque un congreso extraordinario y el aparato ‘sanchista’.

De ahí las maniobras iniciales de los lideres regionales para intentar ubicar personas afines en puestos de salida en las listas de las generales, cortocircuitados después por la ofensiva de Sánchez de decidir directamente la composición de las candidaturas.

Los barones habían comenzado a movilizarse para lograr que el PSOE vire a “la centralidad” y vuelva a una socialdemocracia “liberal”, capaz de pactar con el PP, por ejemplo, el futuro Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Un año más al frente del PSOE

Según ha podido saber Confidencial Digital por fuentes próximas al líder socialista, Sánchez ha decidido que va a seguir un año más al frente del PSOE, con el objetivo de pilotar personalmente la renovación del partido aunque no pueda formar gobierno tras las generales del 23 de julio.

Pone como ejemplo a Felipe González, quien tardó varios meses en abandonar la secretaria general tras verse desalojado de La Moncloa por José María Aznar, en las elecciones de 1996.

Sánchez no pasa por alto que la dirección del PSOE debe afrontar relevos en el liderazgo de federaciones importantes, como Comunidad Valenciana, Extremadura y Aragón, donde Ximo Puig, Guillermo Fernández Vara y Javier Lambán van a dejar el cargo en las próximas semanas tras haber perdido el poder en las elecciones del 28 de mayo.

Busca colocar a sus candidatos

Pedro Sánchez ya venía trabajando en un relevo generacional en el partido de cara a las elecciones autonómicas de 2023.

 

De ahí los fichajes para el Consejo de Ministros de Isabel Rodríguez, alcaldesa de Puertollano (Ciudad Real); Pilar Alegría, delegada del Gobierno en Aragón; y de Diana Morant, alcaldesa de Gandía (Valencia), procedentes de tres territorios significativos: Castilla-La Mancha, Aragón y Comunidad Valenciana.

Esos movimientos pusieron en alerta ya entonces a los respectivos presidentes, Emiliano-García Page, Javier Lambán, y Ximo Puig, conscientes de que en Moncloa y en Ferraz se preparaban para sustituirles.

Ahora, se debe proceder al menos a la renovación de Lambán y Puig, además de Fernández Vara (Extremadura), Francina Armengol (Baleares), Ángel Víctor Torres (Canarias) o Concha Andreu (La Rioja). Un proceso en el que Sánchez se ha propuesto dejar colocados a los suyos antes de abandonar el liderazgo del partido.

La resistencia de Pedro Sánchez

Fuentes internas del PSOE no olvidan en este momento que Pedro Sánchez ha encontrado en cada derrota electoral un nuevo parapeto al que aferrarse para acallar las voces que pedían su dimisión.

Lo hizo en 2015, cuando tapó el peor resultado histórico del PSOE, 90 diputados, con su negociación para una investidura instrumental que fracasó; y en 2016, con un nuevo suelo histórico, 85 parlamentarios, cuando se atrincheró en el ‘no es no’ contra Mariano Rajoy y emprendió negociaciones secretas con Podemos y ERC para un gobierno alternativo, a espaldas del partido.

También en 2018, cuando, tras caer haber sido cuarto en las encuestas, la sentencia del Supremo sobre la Gürtel le convirtió en presidente del Gobierno a través de una moción de censura; y en 2019, cuando la pérdida de 750.000 votos le forzó a aceptar una coalición con Podemos en 24 horas.

Un grupo parlamentario ‘suyo’

Sánchez ha forzado al máximo, hasta el punto de enfadar a barones como García Page y Lambán, para colocar a los “suyos” en puestos de salida en las listas para las generales, porque quiere configurar en el futuro Congreso de los Diputados un grupo parlamentario ‘suyo’, cohesionado y controlado por él mismo.

Catorce ministros, además de personas de su equipo de La Moncloa como Antonio Hernando, exministros como Carmen Calvo y José Luis Ábalos, repescados como también Adriana Lastra, consiguió meter en las candidaturas.

Algunos episodios han resultado más conflictivos. Como fue la designación de la ministra de Educación, y portavoz del partido, Pilar Alegría, para encabezar la candidatura por Zaragoza, en contra de la opinión de Javier Lambán, y el intento de colocar a la alcaldesa de Toledo, la sanchista Milagros Tolón, como cabeza de cartel, por delante de Sergio Gutiérrez, mano derecha de Emiliano García-Page en el PSOE castellanomanchego, aunque al final no se materializó.

La investidura de Feijóo

Uno de los objetivos de fondo que esconde la maniobra forzada de Sánchez es prepararse para la posibilidad de que Alberto Núñez Feijóo consiga, el 23 de julio, ventaja suficiente para ser nominado a la investidura pero tenga que defenderla sin mayoría absoluta en la Cámara.

Sánchez sabe que en su partido hay voces que apuestan por abstenerse en el Congreso, si tal situación se produjera, con el fin de permitir al líder del PP convertirse en presidente del Gobierno sin necesitar el apoyo de Vox.

El punto de vista de ese grupo es que hay que cerrar como sea el paso a la ultraderecha, para que no alcance el poder en el país. En ese supuesto, se trataría de repetir lo que ya aplicó el PSOE con Mariano Rajoy, cuando hizo posible su investidura por el procedimiento de abstenerse.

Entonces, con un doble objetivo: evitar una tercera convocatoria electoral después de dos elecciones, pero también ahorrarse otra derrota en las urnas como las dos anteriores , las más duras en la historia del partido.

En aquella votación en el Congreso y en la abstención no participó Pedro Sánchez, que acababa de ser violentamente descabalgado de la secretaría general y había renunciado al escaño.

No facilitar un Gobierno del PP

El actual líder del PSOE se ha puesto como meta ahora impedir que los socialistas vuelvan a abstenerse otra vez para facilitar el Gobierno al Partido Popular.

Otro de los supuestos que maneja Sánchez es que, si el 23 de julio se produce la derrota que pronostican las encuestas y el PP forma Gobierno, dentro del PSOE se imponga la idea de elegir inmediatamente una gestora con el fin de proceder a un cambio en la dirección que supondría su propia salida.

Y, para entonces, necesita tener dentro del partido, y movilizados, un grupo de fieles, con los que controlar en lo posible ese proceso, aunque sea para provocar que la persona que asuma la secretaría general en su lugar sea alguien de su cuerda.

De hecho, Sánchez ha sondeado a determinados barones sobre la opción de aupar a María Jesús Montero a la secretaría general cuando el proceso de sustitución se ponga en marcha.

Se dice que por eso la ha ‘mandado’ a Sevilla, a encabezar la lista por esa provincia: para ahorrarle las luchas de desgaste que se producirían si aparecía como número dos por Madrid.

Limpiar de ‘sanchistas’ las candidaturas

Tal y cómo se contó en ECD, la operación desarrollada por Sánchez ha sido también la respuesta al complot interno que tramaban barones como Emiliano García Page, Ximo Puig, Javier Lambán..., que trataban de limpiar de ‘sanchistas’ las candidaturas del PSOE, y de colocar personas afines en puestos de salida. Finalidad: controlar una nueva etapa sin Pedro Sánchez al frente del partido.

La mayoría absoluta lograda por Emiliano García-Page ha elevado su poder en el PSOE, y, aunque no ha amagado con dar el salto a la esfera nacional, dentro del partido su figura ha crecido como una alternativa.

A Moncloa llegó la información de una operación para derribar a Sánchez, liderada por García-Page, y apoyada por líderes históricos del PSOE como Felipe González y José Bono.

El poder absoluto de Sánchez

No se pasa por alto en el PSOE que Sánchez ha logrado hasta ahora un poder absoluto en Ferraz. Tras imponerse a Susana Díaz en las primarias de 2017, diseñó un Comité Federal a su medida, para evitar la oposición interna que le costó el cargo en 2016. Los críticos le echan en cara haber acabado con un sistema orgánico que ha funcionado durante décadas, y de dar el poder a la militancia, lo que le permite “hacer lo que quiera”.

También rechazan los acuerdos firmados con ERC y Bildu, y la apuesta por formar un gobierno con alguien que “nos ha insultado”, como Podemos.

Su llegada al Gobierno, las victorias electorales y el apoyo de los militantes habían convertido a Sánchez en intocable dentro del partido, pero el pacto con Pablo Iglesias y sus alianzas con los independentistas (ERC, EH Bildu) han debilitado su posición, electoralmente pero también hacia adentro.

A pesar de todo eso, muchos dirigentes socialistas siguen pensando que, en momentos de dificultad económica y social como el actual, lo más conveniente es “cerrar filas”.

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