La agente agredida por un marroquí en la frontera entre Marruecos y Melilla está de baja. No ha superado las lesiones y sus compañeros temen más actos de violencia

Continúa la tensión en la frontera de Melilla con Marruecos. Los policías españoles llevan desde principios de mes soportando las provocaciones de una organización alauí que pretende extender un sentimiento antiespañol por la ciudad autónoma. La agente agredida por un ciudadano del país vecino está de baja. La campaña emprendida en Marruecos contra la Policía y la Guardia Civil comenzó el pasado 2 de agosto, después de que un ciudadano alauí fuese reducido por un benemérito tras haber agredido a una agente que le impidió traspasar la frontera sin presentar identificación. Los miembros de la Asociación por los Derechos de los Marroquíes fotografiaron la detención de su paisano, distribuyeron el material obtenido a los medios de comunicación marroquíes, y denunciaron "la violencia física" con la que los españoles habían tratado a su compatriota. Sin embargo, según ha podido saber El Confidencial Autonómico, la peor parada en la reyerta fue la policía que recibió el primer golpe: "El ciudadano marroquí empezó dándole una bofetada, y siguió hasta que acudió un guardia civil. El hombre era tan corpulento que fue necesaria la intervención de uno de sus paisanos para separarle de la mujer e inmovilizarle". Todos los implicados en la pelea acudieron al hospital, siendo la mujer la que presentaba más daños. "Han pasado más de diez días desde aquello y aún no ha obtenido el alta para volver a su puesto de trabajo", comentan sus compañeros. Las mismas fuentes, consultadas por este diario, añaden: "Estamos vendidos. Alborotadores a sueldo vienen aquí todos los días a encararse con nosotros y provocarnos. Cuando hemos tenido que esposar a alguno de ellos, otros nos han tirado fotos para demostrar nuestra supuesta agresividad". A estrategia de este grupo es "llamar la atención e intentar que perdamos los nervios. Tras el suceso con nuestra compañera, se niegan a obedecer órdenes de mujeres y sólo hacen caso si se la decimos los hombres". El mensaje antiespañol que transmite la asociación antes citada preocupa a los policías españoles: "Nos acusan de torturadores y suben a Internet fotos nuestras. Tememos que un día, sin estar de servicio, nos reconozcan por la calle y la tomen con nosotros".

 

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