Pere Aragonès evitó el contacto con agentes rusos cuando sospechó que el CNI le espiaba

Los “servicios secretos” de Putin que habían negociado con el entorno de Puigdemont le llamaron cuando accedió a la presidencia de la Generalitat para ofrecerle ayuda

La ex consellera de la Presidencia, Elsa Artadi, conversa con el entonces vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès.
La ex consellera de la Presidencia, Elsa Artadi, conversa con el entonces vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès.

A pocas horas de que el Congreso votara la ley de amnistía, que Junts ha frenado por ahora, irrumpieron las acusaciones contra Carles Puigdemont sobre las supuestas injerencias del Kremlin en el ‘procès’. Ahora ECD puede añadir que el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, rechazó contactos con agentes rusos cuando sospechó que el CNI le estaba espiando.

El juez Joaquín Aguirre, que ha abierto la puerta a acusar a Puigdemont por alta traición, insiste en la “abundante documentación” con “datos que identifican a personas” y que “confirmarían las estrechas relaciones personales existentes” entre varios miembros del equipo del líder de Junts con “individuos de nacionalidad rusa, alemana o italiana”, entre ellos cargos diplomáticos o miembros de los “servicios secretos rusos”.

La operación del Kremlin también buscaba usar a Cataluña como ariete contra la UE si se iniciaba una “guerra entre la Unión Europea y Rusia”.

El magistrado llega a afirmar -a la vista de “algunos mensajes encontrados en el teléfono móvil del investigado Víctor Terradellas”- que “la invasión de Ucrania y la consecuente limitación del suministro de gas a Europa” era “el primer paso importante de la estrategia política del Gobierno ruso para la desestabilización de la democracia en la Unión Europea”.

El espionaje del CNI a Pere Aragonès

Hay que destacar que, en los últimos días, se ha confirmado que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) solicitó al Tribunal Supremo el aval para espiar a Pere Aragonés con un software instalado en su teléfono móvil, entre julio de 2018 y marzo de 2020.

Los servicios de Inteligencia justificaron la petición de espionaje en sus sospechas de que el entonces vicepresidente de la Generalitat ejercía “en la clandestinidad” labores de coordinación de los CDR, al margen de su papel institucional, según consta en los autos que autorizaron el uso de Pegasus en el dispositivo del líder de ERC y que la semana pasada fueron facilitados por el Gobierno al juez que investiga el caso.

Rechazó los contactos con los rusos

Según ha podido saber Confidencial Digital por fuentes próximas al Govern, Pere Aragonès rechazó contactos con agentes rusos cuando comenzó a sospechar que el CNI le podía estar espiando, en plenas negociaciones del PSOE con Esquerra para la investidura de Pedro Sánchez en 2019, como ahora se ha conocido.

Desde el equipo del president aseguran que agentes con conexiones con el entorno del Kremlin se llegaron a dirigir personalmente a Aragonés. Los “servicios secretos” de Putin que habían negociado anteriormente con emisarios de Puigdemont le contactaron tras llegar a la presidencia de la Generalitat, en febrero de 2021, para ofrecerle su ayuda.

Aragonés, según las mismas fuentes, rechazó este intento de aproximación de los agentes rusos por considerarlo “arriesgado e inútil para el proceso independentista catalán”.

 

Ha evitado condenar los vínculos

Pese a ello, el presidente de la Generalitat ha evitado hasta ahora condenar en público las supuestas relaciones entre el entorno de Carles Puigdemont y la Rusia de Putin, después de que el Parlamento Europeo pusiera en marcha hace casi dos años una investigación sobre estos vínculos.

Mientras Aragonès ha venido realizando ejercicios de equilibrismo para desvincularse de los movimientos de Puigdemont sin condenarlos. La CUP evitó aplaudir al cónsul de Ucrania, cuando acudió al Parlament y fue ovacionado por el resto de diputados. En lugar de ello, los diputados del partido antisistema mostraron carteles contra la guerra.

Aragonès apoya a Ucrania

El entorno de Puigdemont ha coqueteado con la Rusia de Putin y llegó a situar a Cataluña lejos del consenso europeísta y atlantista del catalanismo clásico. Buscaban una potencia exterior que reconociera una eventual Cataluña independiente, tras constatar que en la UE y EEUU no había nada que hacer.

En cambio, tras la invasión rusa de Ucrania y el estallido de la guerra, el actual presidente de la Generalitat ha tratado de corregir de urgencia la posición de sus dos antecesores, Torra y Puigdemont.

Pere Aragonès ha defendido que Cataluña está incondicionalmente con Ucrania, ha calificado la invasión como una“violación del derecho internacional”, ha apoyado el envío de armas por parte del Gobierno de Pedro Sánchez y ha escenificado que los socios de Cataluña se encuentran en la UE.

Los rusos, detrás de las protestas

Varios informes de inteligencia han recogido que Josep Lluís Alay, estrecho colaborador de Carles Puigdemont, viajó a Moscú en 2019 para buscar el apoyo de Rusia a la independencia de Cataluña.

Según publicó The New York Times, Alay, que es el jefe de la oficina que tiene Puigdemont como expresidente de la Generalitat, se reunió en Rusia con funcionarios rusos, exagentes de inteligencia y con el nieto de un espía del KGB. El objetivo era garantizar la ayuda rusa para lograr la independencia.

Poco después de las visitas de Alay a Rusia, estallaron las protestas en Cataluña contra la sentencia del ‘procès’. La más multitudinaria fue la que protagonizó la plataforma ‘Tsunami Democrático’. El diario neoyorquino apuntó que pudieron estar detrás los servicios secretos rusos como parte de una estrategia de desestabilización en Occidente.

Además, la Policía informó en su día que agentes de un grupo militar especializado de inteligencia rusa, que ha sido relacionado con intentos de golpes de Estado, estuvieron en Cataluña en octubre de 2017.

10.000 soldados para Cataluña

En el marco del caso Volhov, que instruye un juzgado de Barcelona, se ha conocido que Víctor Terradellas, antiguo dirigente de Convergència, explicó a líderes del ‘procès’ que un jefe de un grupo ruso había ofrecido a Puigdemont “contar con 10.000 soldados y pagar toda la deuda catalana” para apoyar la independencia de Cataluña, pero que el expresident “se cagó”, según recogió el auto.

Terradellas, también muy próximo a Puigdemont, ofreció a políticos rusos el apoyo de Cataluña a la anexión rusa de Crimea a cambio del reconocimiento del Kremlin de la declaración unilateral de independencia del 27 de octubre de 2017.

“Guerra sucia”

En el independentismo siempre se ha apuntado que cualquier insinuación de que Puigdemont buscaba apoyo ruso era “una historia inventada por Madrid y la Guardia Civil”, aunque aquellos contactos fueron aplaudidos en su día por la Asamblea Nacional Catalana (ANC), entidad que ahora llama a manifestarse a favor de Ucrania. 

El entorno de Puigdemont atribuye las informaciones a la “guerra sucia” contra el secesionismo. “El único objetivo es criminalizar y desprestigiar el independentismo catalán ante la comunidad internacional, presentándolo como un elemento desestabilizador”, afirman.

Los flirteos de Puigdemont

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia calificó de “falsa” y “carente de pruebas” la presunta injerencia en Cataluña y criticó a los medios por “creer en semejantes ‘fake news’”.

Pero los flirteos han existido. En 2019, Puigdemont protagonizó una campaña de entrevistas en los medios oficiales rusos en los que expresó posiciones críticas con la UE y muy del agrado del Kremlin, como la anexión de Crimea o la guerra en el Donbás, apoyando la integración de Donetsk y Lugansk en la Federación Rusa. Defendió también el levantamiento de sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania.

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