El Cabildo de Tenerife encargó un documental sobre Cumbre Vieja tres meses antes de que entrara en erupción el volcán de La Palma

Una productora tinerfeña graba en la isla afectada para relatar la erupción y promocionar su interés geoturístico

El volcán Cumbre Vieja, en la isla de La Palma.
El volcán Cumbre Vieja, en la isla de La Palma

“En la primera noche del volcán, cuando yo llegué a La Palma, subí a la montaña de Tajuya y me puse en una colina con muy buena visión. Había un señor, de unos 70 y pico años, que venía arriba cada dos o tres horas. Estuve ahí casi toda la noche. Él venía y miraba. Luego, a la mañana siguiente, lo mismo. Al amanecer fui a grabar el volcán. El hombre volvía y me pedía los prismáticos, y era porque no dormía pensando que la lava ya se acercaba a su casa poco a poco, poco a poco. Y mientras yo estuve allí, unos tres días en ese punto, la lava no había llegado pero llegó. Al final llegó y perdió su casa”.

Pedro Felipe no se lo pensó dos veces cuando un volcán despertó el domingo 19 de septiembre en Cumbre Vieja, en el municipio de El PasoLa Palma, en las Islas Canarias. Agarró la cámara de fotos, un trípode y se embarcó en un ferry desde Tenerife la misma tarde de la erupción. “El volcán es una pasada. Estar cerca es una experiencia inolvidable, es impresionante la potencia y la fuerza destructora que tiene”, cuenta por teléfono a Confidencial Digital.

Tinerfeño y de 62 años, Pedro Felipe entró el 19 de septiembre en La Palma sólo con la idea de tomar imágenes para futuros proyectos audiovisuales que no le corrían ninguna prisa. Entonces, dice, estaba centrado en conseguir financiación para un proyecto que retratará el Anaga, un parque rural en Santa Cruz de Tenerife. Había olvidado por completo que a principios del verano se había postulado a una licitación que ofertaba grabar un documental de divulgación científica sobre cumbres de la isla de Gran Canaria y otro centrado exclusivamente en contar la historia y el paisaje de Cumbre Vieja, en La Palma.

"Todo ha sido una casualidad"

Del 19 de septiembre al 29 de noviembre, además de dos largos meses con un vendaval de destrucción en La Palma provocado por la lava, hay una decisión por medio que cambia la mirada de Pedro Felipe hacia el volcán. La Consejería Delegada del Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER), la entidad enrolada en el Cabildo de Tenerife que buscaba una productora para filmar los vídeos, le comunica que el proyecto, sacado a concurso el pasado mes de junio, es suyo: había renunciado a hacerlos la empresa ganadora.

Hasta finales de noviembre, Pedro Felipe trabajó sobre el volcán por su cuenta y para otra productora que le pidió rodar in situ. “Un volcán en activo en las Islas no puedes dejar de grabarlo. Todo ha sido una casualidad”, reconoce. En su cabeza, antes de semejante “regalo caído del cielo”, pensaba sobre todo cómo sacar dinero para rodar el Anaga, el proyecto entonces más próximo, con el que quería empezar. “Me había olvidado de esto. Ya nada, pensé. Pero la licitación nos la dieron hace poco, ahora sí que hay que hacerlos”.

Este tinerfeño, un “autodidacta” en el arte del cine movido desde niño por la pasión hacia la naturaleza, montó hace 25 años una productora, Alas Cinematografía, con él como único empleado, dedicada al reportaje sobre medio ambiente “generalmente en Canarias”, aunque ha grabado para la televisión japonesa en la isla portuguesa de Madeira y ha colaborado con una productora austriaca en Extremadura filmando linces o águilas imperiales. “Animales, flora, paisajes y geología, la naturaleza en general”, explica. 

Teide, el gigante dormidoCanarias, reductos de biodiversidadCanarias, a la sombra de los volcanes. Sus documentales los comercializan distribuidoras internacionales y los han emitido canales de televisión como National Geographic y OdiseaReliquias del Terciario fue su debut. Fue a los bosques de laurisilva tras una especie exclusiva de paloma canaria que ha padecido la pérdida del hábitat y la caza.

Escuela Rodríguez de la Fuente

“Siempre soñé con hacer documentales. Un día me decidí y hasta ahora”. Pedro Felipe “era el único loco de la familia” apasionado en lo natural, animales incluidos. “Desde que tenía 14 años iba a ver águilas. Félix Rodríguez de la Fuente me ha influido mucho. Luego me fui en el año 81 a Inglaterra, con una cultura documental potente, me veía toda la BBC. Desde que volví en el 87 decidí que era eso lo que quería hacer en mi vida”. Y no ha parado.

El encargo que ha recibido del ITER, que lo licitó cuando nadie creía ni por asomo posible una erupción inmediata en Cumbre Vieja, se centra en abordar el atractivo y la riqueza paisajística de La Palma de cara al turismo. ¿El volcán ha trastocado el guión inicial? “No ha cambiado las cosas. En principio el documental trata el geoturismo. Hay más de una decena de volcanes, muchos de ellos históricos, San Juan, Teneguía… El de ahora por supuesto no puedes obviarlo, va a tener un peso, pero un 20/25 por ciento como mucho”, resalta. Le interesa contar la historia geológica, mezclar imágenes de actualidad y de archivo y plasmar testimonios humanos. “Hay materia”.

 

Asumido el encargo, ha viajado varias veces a la isla. Del día de la erupción, allá por septiembre, Pedro Felipe menciona que en seguida la policía delimitó un perímetro, la llamada zona de exclusión, infranqueable salvo para vulcanólogos y científicos, y para vecinos con salvoconductos que podían recoger de sus casas amenazadas por las coladas los enseres más preciados. Él ha podido cruzar esa línea de la mano de Involcan, el Instituto Volcanológico de Canarias, que ha desempeñado un papel relevante como un portavoz en esta crisis.

Incertidumbre y terror

Los reporteros de la televisión canaria hacían guardia el día de la erupción a pie de monte en Cabeza de Vaca. A las 14:11 de la tarde irrumpió de la tierra el 19 de septiembre la primera columna de humo que, multiplicada en varias bocas, iba a prolongarse tres meses. Pedro Felipe puso los pies en la isla a las pocas horas. En el ánimo de los palmeros, recuerda, cundía la sorpresa. Una sorpresa tensa, llena de incertidumbre y terror. La situación era caótica. “Estuve cinco o seis días en ese viaje. Parecía una guerra. Había mucho miedo en la gente porque el volcán ya derramaba lava y se llevaba casas por delante. A diferencia de otros, salió en un lugar, desgraciadamente, poblado. Ha sido como una apisonadora”.

En La Palma, el documentalista, que define a los volcanes como “las fuerzas más poderosas de la naturaleza”, fue directo al Tajuya, que ha cedido al nuevo volcán el récord del más duradero en activo, con 85 días, en los últimos 500 años; el Tajuya aguantó 84. Equipado con una cámara, un teleobjetivo y un trípode enfocó al cráter y apretó el botón de grabar. Después contrató drones para captar planos aéreos.

Amor y odio

Pedro Felipe se acuerda del anciano que ascendía al Tajuya y miraba con los prismáticos hacia su casa en peligro. Como tampoco olvida la catástrofe que han supuesto las coladas para uno de sus colaboradores en la grabación, otro palmero que sabe moverse por la zona y que perdió, devorada por el fuego, su vivienda, una ferretería y una carpintería, el techo y el pan de un plumazo. Pero pese a las pérdidas y el dolor, al hombre -asegura- le fascinaba el fenómeno. “Es una cosa de odio y amor, porque realmente es un espectáculo extraordinario pero a la vez destructivo, una cosa dura, muy dura, para la gente de allí”.

El documental durará media hora y tendrá que estar grabado en seis meses. Con un presupuesto de 30.000 euros para cada vídeo, Pedro Felipe admite que el reportaje sobre la ruta de los volcanes de Cumbre Vieja opacará al de Gran Canaria. “He intentado que el rodaje sea un poco diferente a lo visto en la televisión, que es espectacular: las imágenes de drones, coladas de noche… He intentado hacer otro tipo de fotografía, rodar al amanecer, también a la puesta del sol, detalles de la lava… Lo que hemos visto está muy quemado. Busco un enfoque diferente a nivel de ángulos, luces. Creo que lo estoy consiguiendo. Tengo unos planos maravillosos lloviendo al lado del volcán”, anticipa.

Y no duda en escoger lo que más le ha impactado en su contacto con el volcán. “Ver cómo se ha transformado es lo que más sorprende. Yo estuve el primer día de la efusión. Verlo en aquel momento, un cono pequeñito, a verlo ahora, cómo ha crecido, con tantas bocas diferentes… Ha crecido mucho”, rememora Pedro Felipe, de los pocos que ha podido estar al borde de uno de los cráteres y observar las tripas y el corazón de esa fuente destructora que manaba fuego.

El volcán, inactivo

A sus 62 años y preguntado por la posibilidad de retirarse, Pedro Felipe reniega. ¿Dejar la cámara a los 65? “No hombre, no. No me voy a jubilar, así que cuando no pueda seguir haciendo lo que hago, pues ya lo veré. En un principio, la jubilación no está hecha para mí. De momento voy bien, sigo trabajando. Más o menos, creo que aguanto unos años más”.

El 25 de diciembre, Día de Navidad, el Plan de Prevención de Riesgo Volcánico de Canarias (Pevolca) corroboró el desenlace de la erupción, que durante 85 días y 8 horas activa ha arrasado entre 1.500 y 3.000 edificaciones, y 370 hectáreas de cultivo, principalmente plataneras, viñedos y aguacates. Unas 7.000 personas han sufrido en La Palma la devastación causada por la lava.

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