Proliferan las pequeñas embarcaciones que ofrecen fiestas sin control en Mallorca e Ibiza, amparadas en un vacío normativo. Los hosteleros denuncian irregularidades y falta de seguridad

Las llaman 'party boats' y se están convirtiendo en un importante reclamo turístico en las aguas de Ibiza, y en menor medida de Mallorca. Las autoridades baleares reconocen que existe una laguna legal que permite a propietarios de naves de media y corta eslora organizar fiestas maratonianas con acróbatas, efectos de luz y pinchadiscos en las que se abusa del alcohol y se generan conductas de riesgo.

“No es sólo una cuestión de competencia desleal; antes de eso, está la inseguridad para la empresa y para el cliente”. Así describe el presidente de la Asociación de Salas de Fiestas de Baleares, Jesús Sánchez, la polémica que están viviendo un verano más con las ‘party boats’.

Según cuenta a El Confidencial Autonómico, estas ‘fiestas marítimas’ a bordo de embarcaciones pensadas tan sólo para el transporte de pasajeros “están cogiendo fuerzas en Mallorca, pero en Ibiza ya son una auténtica epidemia”.

¿Cómo son estas fórmulas? Pequeños empresarios alquilan barcos y catamaranes de diversa eslora y cubren recorridos variados en aguas baleares. Sin embargo, van mucho más allá del transporte: el trayecto está pensado para convertirse en una fiesta en el mar de ocho o más horas, con todo tipo de atracciones, música, bebidas alcohólicas y efectos especiales.

Sánchez ha llevado este asunto de las “fiestas clandestinas” a la Delegación del Gobierno y al Congreso de los Diputados; están detrás de este tipo de actividades desde el año 2009. De hecho, asegura que comentó la polémica con el ministro de Turismo, José Manuel Soria, en una reciente visita a las Baleares.

“Las autoridades no pueden hacer nada: no están haciendo algo estrictamente ilegal, pero se aprovechan de que no hay una regulación específica” para llevar a cabo estas actividades”. “Las empresas que montan estas fiestas las publicitan sin ningún problema”, comenta. El único resquicio al que se puede agarrar la Guardia Civil del Mar en las “inspecciones aleatorias” que efectivamente realizan es que se sirva alcohol a menores a bordo.

“Lo que se declara como un transporte de viajeros es en realidad una actividad de ocio” que, a su juicio, debería cumplir con los mismos requisitos que un negocio de discoteca, indica Sánchez. Si se legisla, se podría “garantizar la calidad del servicio” y obligar a las ‘party boats’ a respetar ciertos márgenes de “seguridad y control en alta mar”, concluye.

 

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