El valle del Ebro tiene más emisiones de amoníaco de las que se pensaba, según el primer mapa completo de las emisiones de amoníaco mundial, llevado a cabo gracias a los datos obtenidos por satélite, que revelan una estimación a la baja de algunas de las concentraciones de amoníaco detectado por los actuales informes e identifica nuevos 'puntos calientes'. El trabajo ha sido llevado a cabo por un equipo de LATMOS-IPSL en colaboración con científicos belgas de la Universidad Libre de Bruselas, y ha demostrado la existencia de unos índices de amoníaco mayor a los que se estaban manejando en los valles agrícolas del hemisferio norte, particularmente Estados Unidos (las regiones de San Joaquín en California y en el valle de río Snake de Idaho) y Europa (los valles del Ebro y Po). Esta investigación concluye afirmando que este incremento en las emisiones de amoníaco se deriva del uso de fertilizantes agrícolas y de la intensificación de la cría de ganado.
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